
Albi, la ciudad medieval a orillas del río Tarn
21 mayo 2015Hoy tenemos el placer de disfrutar con una colaboración de Eduardo, más conocido en las redes como Nikolai79, aficionado a la fotografía y a la montaña, podéis ver más fotos de sus aventuras montañeras en su web Magazine ALTURA, ha querido compartir con nosotros su experiencia paseando por las calles de la ciudad medieval de Albi al sur de Francia.
Albi es una pequeña ciudad francesa situada en el departamento de Tarn a unos 60 km de Toulouse. Con sus 43000 habitantes es la ciudad más poblada del departamento, seguida de cerca por la vecina Castres, y por lo tanto puede ser considerada la capital departamental.
Desde el otro lado, el río Tarn y la catedral de Sainte-Cécile.
El nombre de Albi quedó históricamente ligado a la cruzada contra los cátaros (también llamados albigenses) del año 1209, la conocida como “cruzada albigense”. Este movimiento religioso, el catarismo, considerado luego una herejía, caló muy profundamente en el Sur de Francia y aún hoy es palpable en el “Pays Cathare” a través de su legado en forma de patrimonio (principalmente los castillos cátaros del departamento del Aude), sin olvidar que la Cruz Cátara es hoy la Cruz Occitana que lucen los escudos de Midi-Pyrénées, el Languedoc y hasta la Val d’Arán en España.
Casas típicas medievales de la Rue Saint Julien.
Las calles alrededor del Palacio de la Berbie.
La pequeña Albi, asentada apaciblemente junto al río Tarn, te traslada inmediatamente a un ambiente medieval muy bien conservado. Como Toulouse, y otros pueblos y ciudades de la zona, los ladrillos rojos forman parte fundamental de su paisaje urbano y son una seña de identidad de la región. Tal vez por ello, al recorrer las calles de estas ciudades uno tiene la impresión de no haber abandonado el medio rural que las rodea. Albi no es una excepción, y tal vez también por ello el paseo resulta aún más tranquilo y relajante. Aquí en Albi las prisas y el ajetreo de las grandes ciudades no existen ni se conocen, y todo parece transcurrir más despacio, como tratando de ralentizar el paso del tiempo que ya de por sí parece haberse detenido.
Su viejo casco histórico de ladrillo coronado por la enorme torre roja de la catedral de Sainte-Cécile se puede contemplar muy bien desde la orilla opuesta del Tarn, antes de acercarse a recorrer sus callejas a través de los altos puentes, también de ladrillo, que atraviesan el río. La catedral es realmente colosal en cuanto a sus dimensiones (de hecho es el templo de ladrillo más grande de Francia). Hay muchas catedrales góticas en Francia, pero tanto por su colorido como por sus formas resulta realmente singular, y bien parece más un bastión militar que una iglesia.
Su interior es otra historia, destila lujo y sus muros y techos están ricamente decorados, toda una sorpresa dada la sobriedad de sus fachadas.
Interior de la catedral de Albi.
Para los amantes de la pintura Albi ofrece la obra de su hijo predilecto, el pintor Toulouse-Lautrec, en el Musée Toulouse-Lautrec que se encuentra situado junto a la catedral en el interior del Palais de la Berbie.
El Mercado, no lejos de la catedral.
Otra vista de uno de los puentes.
Pasead por sus calles, recorred sus rincones y disfrutad de sus terrazas al sol y su gastronomía. Si aún os sobra tiempo hay muchos lugares que visitar en la región como la villa medieval de Cordes-sur-Ciel o los viñedos y la ciudad de Gaillac.
Recomiendo la consulta de la web de turismo de Albi, muy completa y con información en varios idiomas, incluido el español: Turismo de Albi.